LIBRO QUINTO
ARISTÓTELES
1. Aristóteles, hijo de Nicómaco y de Efestiada, fue natural de Estagira. Nicómaco descendía de Nicómano, hijo de Macaón, que lo era de Esculapio, como dice Hermipo en el libro que escribió acerca de Aristóteles. Vivió con Amintas, rey de Macedonia, por causa de la medicina y por amistad. Fue el discípulo más legítimo de Platón, y de voz balbuciente, como dice Timoteo Ateniense en el libro de las Vidas. También dicen que tenía las piernas delgadas y los ojos pequeños, que usaba vestidos preciosos y anillos, y que se cortaba la barba y el pelo. Tuvo de su concubina Herpílide un hijo, llamado Nicómaco, según escribe Timoteo. Apartóse de Platón viviendo todavía éste, por lo cual cuentan que dijo: «Aristóteles nos tira coces, como hacen los potricos con sus madres.
2. Dice Hermipo en las Vidas que habiendo ido por los atenienses embajador a Filipo, fue Jenócrates hecho jefe de la escuela en la Academia, y que habiendo vuelto y visto la escuela en poder de otro, tomó en el Liceo un sitio para pasear, y paseando allí hasta la hora de ungirse los atletas, filosofaba con sus discípulos, y de este paseo fue llamado Peripatético. Otros dicen que lo fue porque hacía algunos discursos a Alejandro, en tiempo que paseaba convaleciendo de una enfermedad. Después que ya eran muchos sus discípulos, filosofaba sentado, y solía decir:
Es cosa indecorosa.
si Jenócrates habla, que yo calle.
Ejercitaba a todos sus discípulos en cada proposición, y al mismo tiempo los instruía en la Retórica.
3. Pasó después a estar con el eunuco Hermias, que era tirano de los atarnenses, y, según algunos, su bardaje; bien que otros afirman tenía afinidad con él habiéndole dado en mujer a su hija, o sobrina como dice Demetrio de Magnesia en el libro De los poetas y escritores colombroños, el cual añade que Hermias había sido esclavo de Eubulo natural de Bitinia, y que había muerto a su amo. Aristipo, en el libro I De las delicias antiguas, dice que Aristóteles amó una concubina de Hermias, y habiéndola conseguido la tomó por mujer, y por el gran gozo que tuvo le ofreció sacrificios, como los atenienses a Ceres Eleusinia, y a Hermias le compuso el himno que escribiremos abajo. De allí pasó a Macedonia a estar con Filipo, y recibió de él por discípulo a su hijo Alejandro; pidió a éste restaurase su patria, destruida por el mismo Filipo, y conseguido esto, la puso leyes. También puso leyes en la escuela, a imitación de Jenócrates, sobre que se crease nuevo director cada diez días.
4. Luego que le pareció estaba suficientemente instruido Alejandro, regresó a Atenas, componiendo antes con él a su pariente Calístenes Olintio, al cual, como hablase al rey con demasiada libertad y no le obedeciese, lo reprendió, diciendo:
Morirás presto, mozo que así hablas.
Y así sucedió, pues habiendo sido partícipe de las asechanzas de Hermolao contra Alejandro, fue puesto y llevado públicamente en una jaula de hierro, en donde se llenó de corrupción y hediondez, y finalmente, fue arrojado a un león, con que acabó su vida.
5. Aristóteles, pues, llegado a Atenas y regentando la Escuela por espacio de trece años, se fue ocultamente a Cálcide, porque el sacerdote Eurimedonte, presidente de los sacrificios (o bien Demófilo, según escribe Favorino en su Historia varia) lo había acusado de impiedad, a causa del himno compuesto por él al mismo Hermias y haber puesto al pie de su estatua en Delfos el epigrama siguiente:
Quitó a éste la vida el rey inicuo
de los flecheros persas,
traspasando las leyes y los pactos
de los varones cándidos y fieles:
Pero no le dio muerte cuerpo a cuerpo
contra la cruenta lanza en la pelea,
sino con la falacia
y no guardada fe de hombre engañoso.
Murió allí mismo habiendo bebido el acónito, como dice Eumelo en el libro V de sus Historias, a los setenta años de edad; y añade que tenía treinta cuando entró en la escuela de Platón. Engáñase en esto, pues vivió sesenta y tres, y entró con Platón a los diecisiete. El himno es como se sigue:
¡Oh virtud, laboriosa a los mortales!
¡Noble y excelso halago de la vida!
Por tu belleza, Oh Virgen,
es en Grecia la muerte ya envidiada,
y continuos trabajos se toleran.
Tú grabas en la mente de los hombres
el no caduco fruto, preferible
al oro, a nuestros padres
y al blandísimo sueño.
Por ti el hijo de Júpiter, Alcides,
y los hijos de Leda,
mil trabajos sufrieron,
tu fuerza publicando con facciones.
Por el mismo deseo de alcanzarte,
bellísima Virtud, Aquiles y Áyax
a la mansión tártara descendieron.
Igualmente, el amor de tu hermosura,
robó del sol los claros resplandores
de Atarna al ciudadano;
que siendo ya clarísimos en sus hechos,
haránlo más las musas inmortales
hijas de la memoria,
prendas del firme amor, que dan aumento
de Jove Hospedador al sacro culto.
Hay un epigrama mío a él, que es el siguiente:
De impiedad acusaba Eurimedonte,
sacerdote de Ceres,
a Aristóteles, y éste el riesgo evita
acónito bebiendo.
Esto era realmente lo más fácil
para burlar a un sicofanta injusto.
6. Fue el primero que escribió defensa de sí mismo; y fue en esta misma acusación, como dice Favorino en su Historia varia, y también que dijo que en Atenas
las peras sobre peras,
y los higos maduran sobre higos.
Dice Apolodoro en las Crónicas que Aristóteles nació el año primero de la Olimpíada XCIX; se puso bajo la enseñanza de Platón, y permaneció en ella veinte años, habiendo entrado el diecisiete de su edad. Que pasó a Mitilene siendo arconte Eubulo, el año cuarto de la Olimpíada CVIII; pero muerto Platón el primer año, siendo arconte Teófilo, se fue a Hermias, con quien demoró tres años. Que siendo arconte Pitodoro, pasó a estar con Filipo, el año segundo de la Olimpíada CIX, teniendo ya Alejandro quince años de edad. Que regresó a Atenas el año segundo de la Olimpíada CXI, y enseñó en el Liceo hasta trece años. Y, finalmente, que partió a Cálcide el año tercero de la Olimpíada CXIV, donde murió de enfermedad a los sesenta y tres años, en cuyo tiempo murió también Demóstenes en Calabria, siendo arconte Filocles. Dicen que por haber recomendado a Calístenes Alejandro, cayó en desgracia del rey, y que éste, para más afligirlo, favoreció a Anaxímenes, y envió regalos a Jenócrates. Ambrión, en la Vida de Teócrito, dice que éste lo motejó en el epigrama siguiente:
A Hermias eunuco, y a Eubulón esclavo,
ha erigido un vacío monumento,
más vacío, Aristóteles, de mente.
Y Timón añade:
Ni del Estagirita
la nimiedad y levedad molesta...
Hasta aquí su vida; mas yo he hallado también su testamento, que es como se sigue:
7. «Haya salud; pero por si algo sucediese, dispone Aristóteles en esta forma: Ser ejecutor de todo y siempre Antípatro; y hasta que Nicanor se halle en estado de administrar mis bienes, serán curadores Aristómenes, Timarco, Hiparco, Dióteles y Teofrasto (si le pareciere bien y conveniente el serlo) de mis hijos, de Herpílida y de todo lo restante. Cuando la muchacha sea casadera, se dará a Nicanor en matrimonio; y si muriese (lo que no suceda) antes de casarse, o bien después de casada, sin tener hijos, Nicanor será dueño de administrar, no sólo por lo que mira a mi hijo, sino también las demás cosas, ejecutándolo con la dignidad correspondiente a él y a mí. Cuidará también Nicanor de la muchacha y del niño Nicómaco, de modo que nada les falte, siéndoles como padre y hermano. Si a Nicanor aconteciese el morir (lo que no suceda) antes de recibir en mujer a la muchacha, o bien después de recibida antes de tener hijos, según él dispusiere, así se cumpla. Si Teofrasto quisiese estar con la muchacha, hágase todo como en Nicanor; pero si no, los curadores se aconsejarán de Antípatro, y dispondrán de la muchacha y muchacho según mejor les pareciere. Cuidarán, pues, mis curadores y Nicanor de tenerme en memoria a mí y a Herpílida, puesto que fue muy diligente para conmigo y demás cosas mías. Si quisiere casarse nuevamente, no sea con hombre desigual a mí; y se le dará de mis bienes, sobre lo ya dado, un talento de plata, tres criadas si las quisiere, la esclava que tiene y el niño Pirreo. También si quisiere vivir en Cálcide, sea suya la hospedería que está junto al huerto; pero si en Estagira, la casa paterna. Cualquiera de estas dos habitaciones que elija, cuidarán mis ejecutores de alhajársela del modo que les parezca decente y bastante a Herpílida. Cuidará también Nicanor de que el muchacho Mirmeco sea devuelto a los suyos con la decencia a mí correspondiente, junto con el equipaje de él que recibí. Ambracis quede libre, y cuando se case se le den quinientas dracmas y la esclavita que tiene. También quiero se den a Tale, además de la esclavita que tiene comprada, mil dracmas. Igualmente a Simo, además del primer dinero dado para comprar un muchacho, se le compre otro, o se le dé el dinero. Tacón será libre cuando case mi muchacha, como también Filón, y Olímpico con su hijito. Ningún niño de mis esclavos será vendido, y en siendo adultos se les dará libertad según convenga. Cuidarán también de las imágenes mandadas esculpir a Grilón, y cuando estén concluidas se colocarán; como igualmente la de Nicanor, la de Proxeno que pensaba regalarle, y la de la madre de Nicanor. La de Arimnesto, que ya está hecha, se colocará para que le sirva de monumento, puesto que ha muerto sin hijos. La Ceres de mi madre será colocada en el Nemeo, o bien donde le pareciere. Cuando se construya mi sepulcro, se depositarán en él los huesos de Pitíade, como ella ordenó. Pondránse también en Estagira los animales de piedra, altos cuatro codos, que ofrecí por voto a Júpiter conservador y a Minerva conservatriz.»
Éste es el tenor de su testamento.
8. Dicen que en su herencia se halló mucho cobre. Y Licón asegura que se lavaba en un labro con aceite tibio, y luego vendía aquel aceite. Algunos afirman que se ponía sobre el estómago un pellejito de aceite caliente. Y que cuando se echaba a dormir tomaba en la mano una bola de bronce, poniendo debajo un cuenco, para que cuando le cayese la bola en el cuenco, se despertase al ruido. Atribúyensele los bellísimos apotegmas siguientes. Preguntado qué ganancia es la de los mentirosos, respondió que «cuando dicen verdad no son creídos». Como le notasen de haber dado limosna a un hombre malo dijo: «No socorrí las costumbres, sino el hombre.» Solía decir a los amigos y concurrentes en cualquier lugar que estuviese que «la vista recibe la luz del aire que nos circunscribe, y el alma la recibe de las ciencias». Muchas veces, cuando se enardecía contra los atenienses, decía que «habían sido los inventores de los granos y de las leyes, pero que usaban de los granos, mas de las leyes no». Decía que «las ciencias tienen las raíces amargas, pero dulces los frutos». Preguntado qué cosa envejece presto, respondió: «El beneficio.» Preguntado qué cosa es la esperanza, dijo: «El sueño de un hombre despierto.»
9. Dábale Diógenes en cierta ocasión un higo seco, y suponiendo que si no lo tomaba le diría algo de punzante, lo tomó diciendo: «Diógenes ha perdido su higo con su meditada sentencia.» Habiéndole dado otro higo, lo recibió; y levantándolo en alto, como hacen los muchachos, dijo: «Grande Diógenes», y se lo volvió. Decía que «los muchachos necesitaban de tres cosas: talento, enseñanza y ejercicio». Habiendo oído decir que uno había hablado mal de él, respondió: «Estando yo ausente, mas que me azoten.» También «para la recomendación es la hermosura más poderosa que las cartas». Otros quieren que esta sentencia sea de Diógenes; y que Aristóteles llamó don a la hermosura; que Sócrates la llamó tirano de breve tiempo; Platón, prerrogativa de la Naturaleza; Teofrasto, tácito engaño; Teócrito, daño de marfil y Carnéades, reino sin guardas.
10. Preguntado en qué se diferencian los sabios de los ignorantes, respondió: «en lo que los vivos de los muertos» Decía que «el saber, en las prosperidades sirve de adorno, y en las adversidades de refugio. Que los padres que instruyen a sus hijos son preferibles a los que solamente los engendran, pues éstos les dan la vida, pero aquéllos la vida feliz». A uno que se gloriaba de ser de ciudad grande, le dijo: «No conviene atender a eso, sino a si uno es digno de una gran patria.» Preguntado qué cosa es el amigo, respondió: «Un alma que habita en dos cuerpos.» Decía que «unos hombres eran tan parcos como si fuesen eternos, y otros tan pródigos como si luego hubieran de morir». A uno que le preguntaba por qué con los hermosos conversamos más largo tiempo, le dijo: «Esa pregunta es de ciego.» Preguntándosele qué ganancia finalmente le había dado la filosofía, respondió: «Hacer espontáneamente lo que otros hacen por medio de las leyes.» Preguntado asimismo de qué modo aprovechan los estudiantes, respondió: «Siguiendo a los ágiles y no esperando a los perezosos.» A un grande hablador, que después de haberlo mortificado con dicterios le preguntó si lo había molestado mucho, le respondió: «Por Dios que no te estuve atento.» Objetándole que había dado limosna a un hombre malo (pues también se refiere así), respondió: «No le he dado al hombre, sino a la humanidad.» Preguntado cómo debemos portarnos con los amigos, respondió: «Como deseamos se porten ellos con nosotros.» Llamaba a la justicia «virtud del alma que distribuye las cosas según el mérito de cada uno»; y al saber, «excelente viático para la vejez». Dice Favorino, en el libro II de sus Comentarios, que solía decir muchas veces: «¡Oh amigos!, no hay ningún amigo.» Lo cual se halla también en el libro VII de los Morales. Éstas son, en suma, las sentencias que se le atribuyen.
11. Escribió muchos libros; y juzgo preciso traerlos aquí para que se vea el talento de este hombre en todo género de ciencias: De la Justicia escribió cuatro libros; De los Poetas, tres; De la Filosofía, tres; De la Política, dos; De la Retórica, uno intitulado Grilo, otro intitulado Nerinto, otro El sofista, otro Menexemo, otro Erótico, otro El convite, otro La riqueza, otro Exhortatorio, otro Del alma, otro Del ruego, otro De la nobleza, otro Del deleite, otro intitulado Alejandro o De las colonias, otro Del reinar, otro De la enseñanza, tres De lo bueno, tres De las leyes de Platón, dos De la República del mismo Platón, uno De economía, otro De la amistad, otro Del sufrir o Del sufrimiento, otro De las ciencias, dos De las cosas disputables, cuatro De soluciones de argumentos, cuatro De divisiones sofísticas, uno De contrarios, otro De las especies y géneros, otro De los propios, tres De comentarios epiqueremáticos, tres De proposiciones acerca de la virtud, uno intitulado Objeciones, otro De las cosas que se dicen de muchos modos, o bien según el propuesto, otro De la pasión de la ira, cinco De los Morales, tres De los elementos, uno Acerca de la ciencia, otro Del principio, diecisiete De divisiones, uno De los divisibles, dos Del preguntar y responder, dos Del movimiento, uno intitulado Proposiciones, cuatro Proposiciones contenciosas, uno Silogismos, nueve Primeros analíticos, dos Segundos analíticos mayores, uno Problemas, ocho Del método, uno De lo mejor, otro De la vida, siete De definiciones antes de los tópicos, dos De los silogismos, uno intitulado Silogístico y Definiciones, otro De lo elegible, y Del accidente, uno De lo precedente a los tópicos, dos De tópicos antes de las definiciones, uno De las pasiones, otro De lo divisible, otro intitulado Matemático, trece De definiciones, dos De epiqueremas, uno Del deleite, otro De proposiciones, otro De lo espontáneo, otro De lo helio, veinticinco De cuestiones epiqueremáticas, cuatro de Cuestiones amatorias, dos de Cuestiones acerca de la amistad, uno de Cuestiones acerca del alma, dos de Política, ocho de Conversaciones de política, como la de Teofrasto, dos De lo justo, dos De la introducción a las artes, dos Del arte oratoria, uno intitulado Arte, dos con el título Otra arte, uno llamado Metódico, otro Introducción al arte de Teodecto, dos de Disertaciones del arte poética, Entimemas retóricos, un libro De la magnitud, otro De la elección de entimemas, otro De la dicción, otro Del aconsejar, dos De las colecciones, tres De la física, uno intitulado Físico, tres acerca de la filosofía de Arquitas, uno De la de Espeusipo y Jenócrates, otro De las cosas tomadas de Timeo y Arquitas, otro Contra los dogmas de Meliso, otro Contra los de Alcmeón, otro Contra los pitagóricos, otro Contra los dogmas de Gorgias, otro Contra los de Jenócrates, otro Contra los de Zenón, otro De los pitagóricos, nueve De los animales, ocho De Anatomía, uno De elección anatómica, otro De los animales compuestos, otro De los animales fabulosos, otro Del no engendrar, dos De las plantas, uno De fisonomía, dos De las cosas medicinales, uno De la unidad, otro De las señales de las tempestades, otro De Astronomía, otro De Óptica, otro Del movimiento, otro De la Música, otro intitulado Memorial, seis De las ambigüedades de Homero, uno De Poética, treinta y ocho De Física, ordenados alfabéticamente; dos de Problemas revistos, dos de Disciplina encíclica, uno De mecánica, dos De Problemas de Demócrito, uno De la piedra, dos de Justificaciones, uno de Parábolas, doce de Misceláneas, catorce De cosas explicadas según sus géneros, uno De los Juegos Olímpicos, uno Acerca de la música de los Juegos Píticos, uno intitulado Pítico, otro El catálogo de dichos Juegos Píticos, otro De las victorias dionisíacas, otro De las tragedias, otro intitulado Doctrinas, otro Proverbios, otro La Ley comendaticia, cuatro De las leyes, uno De los predicamentos, otro De la interpretación, ciento cincuenta Del gobierno de las ciudades, y en particular de las que lo tienen democrático, oligárquico, aristocrático y tiránico; Cartas a Filipo, Cartas a los selimbrios, cuatro Cartas a Alejandro, nueve a Antípatro, una a Mentor, otra a Aristón, otra a Olimpia, otra a Efestión, otra a Demócrito, Unos versos, cuyo principio es:
Oh casto Dios, y anciano,
diestrísimo flechero, etc.
Escribió también elegías, cuyo principio es:
Hija de madre hermosa, etc.
que en todo ascienden a cuatrocientos cuarenta y cinco mil doscientos setenta versos.
12. Hasta aquí los títulos de sus libros; expondré ahora los dogmas que sigue en ellos. Dice que «la Filosofía es de dos especies: una práctica, otra teorética. A la práctica pertenecen la Moral y la Política, en las cuales se trata del gobierno público y del privado; a la teorética pertenecen la Física y la Lógica, y esta última no es parte de la Filosofía teórica, sino como un exacto instrumento para ella, y la ilustra con sus dos objetos o blancos probable y verdadero, usando de dos auxilios para cada uno, esto es, para lo probable, de la Dialéctica y de la Retórica, y para lo verdadero, de la Analítica y de la Filosofía, nada omitiendo en tocante a la invención, al juicio y al uso. Para la invención de los tópicos y metódicos, con multitud de proposiciones, de donde se pueden sacar muchos problemas para los epiqueremas probables. Para el juicio da los analíticos primeros y postreros: por los primeros se juzga de las premisas o propuesto, y por los segundos, de las conclusiones o ilaciones. Para el uso pone cuanto mira a la disputa, preguntas, contenciones, argumentos sofísticos, silogismos y cosas semejantes».
13. Dice que «los sentidos son el criterio de la verdad acerca de las operaciones de la imaginativa, y la mente lo es para las cosas morales acerca del gobierno público, privado y leyes». Pone un solo fin, y dice es «el uso de la virtud en la vida perfecta». Dice que «la felicidad es producida por tres géneros de bienes, a saber: los del alma, a quienes llama primeros en fuerzas; los segundos, los del cuerpo, verbigracia, la sanidad, la fortaleza, la hermosura y otros muchos; y los terceros, que nos son externos como la riqueza, la nobleza, la gloria y semejantes».
14. Dice que «la virtud no es suficiente por sí sola para la vida feliz, pues necesita de los bienes del cuerpo y de los externos. Que el sabio no será feliz si padece trabajos, pobreza y cosas semejantes; pero que el vicio basta para la infelicidad, por más que se posean los bienes externos y del cuerpo. Que las virtudes no se siguen precisamente unas a otras, pues un hombre prudente y amante de lo justo puede ser destemplado e incontinente. Que el sabio no está absolutamente sin pasiones, pero son moderadas». Definía la amistad: «una recíproca igualdad de benevolencia. Que es de tres especies: una de parentesco, otra de amor y otra de hospitalidad. Que el amor no sólo es propio de la sociedad, sino también de la Filosofía. Que el sabio puede amar, gobernar la república, casarse y vivir en compañía del monarca».
15. Establecidas tres especies de vida, a saber, meditativa, operativa y voluptuosa, prefería la meditativa. Decía que «la disciplina encíclica es conducentísima para adquirir la virtud». En la Física fue diligentísimo en indagar las causas, asignándolas aun a las más mínimas cosas, y por esto escribió no pocos libros de Comentarios físicos. Definió, a imitación de Platón, que «Dios es inmortal, y que su providencia se extiende hasta las cosas celestes, pero que Él es inmutable. Que las cosas terrenas son gobernadas por cierta simpatía con las celestes. Que además de los cuatro elementos, hay otro quinto, de quien constan las cosas etéreas, y que su movimiento es diferente del de los otros, como que es circular. Que el alma es incorpórea, como que es la primera perfección y la potencia del cuerpo físico-orgánico que tiene vida». Según él, hay dos de estas perfecciones o entelequias: llama entelequia a la que tiene apariencia incorpórea y potencial o virtual; verbigracia, la imagen de Mercurio expresada en cera, capaz de recibir los lineamentos y exacta semejanza, como también su estatua en bronce. Llámase también entelequia o perfección habitual la de una concluida y consumada estatua de Mercurio. Dice del cuerpo físico por haber cuerpos artificiales; verbigracia, los que hacen los artistas, como son una torre, una nave; y otros los que da la Naturaleza; verbigracia, las plantas, los cuerpos de animales. Dijo orgánico, esto es, dispuesto para alguna operación; verbigracia, el ojo para ver, el oído para oír. Pone que tiene vida por su virtud, esto es, en sí mismo: lo cual es en dos maneras o habitualmente, o actualmente. Se dice tener alma actualmente u operativamente el que está despierto, y habitualmente, el que durmiendo. Para dejar esto decidido, añade: por su virtud o potencia.
16. Estas cosas y otras muchas como éstas expuso, que sería largo enumerar. Fue siempre sumamente aplicado al trabajo y fecundísimo en invención, como consta de los arriba notados libros que escribió, los cuales se acercan a cuatrocientos, contando solamente los que de cierto son suyos. Atribúyensele además otros muchos escritos y varios apotegmas no escritos que encierran saludables consejos.
17. Hubo ocho Aristóteles: el primero este mismo. El segundo, uno que gobernó la República de Atenas, de quien corren ciertas Oraciones judiciales muy buenas. El tercero, uno que escribió De la Ilíada. El cuarto fue orador siciliano, que escribió Contra el Panegírico de Isócrates. El quinto, uno apellidado Mito, discípulo de Esquines socrático. El sexto fue cireneo, escritor De Poética. El séptimo fue un maestro de niños, de quien hace memoria Aristójeno en la Vida de Platón. Y el octavo fue un gramático de poco nombre, de quien anda un tratado Del pleonasmo. De nuestro estagirita hubo muchos discípulos; pero el más célebre fue Teofrasto, de quien vamos a tratar.
TEOFRASTO
1. Teofrasto, natural de Ereso, fue hijo de Melanio, lavandera de paños, como lo dice Atenodoro en el libro VIII de los Paseos. Fue primeramente discípulo de Leucipo, paisano suyo, en su misma patria; después lo fue de Platón, y finalmente se pasó a Aristóteles. Partídose éste a Cálcide, lo sucedió en la escuela, en la Olimpíada CXIV. Cuéntase que un esclavo suyo llamado Pompilo fue también filósofo; así lo dice Mironiano Amastriano en el libro I de sus Capítulos históricos semejantes. Fue Teofrasto hombre prudentísimo y amantísimo del trabajo; y, según Panfila, en el libro XXXII de sus Comentarios, fue maestro de Menangro, poeta cómico. Era además muy amigo de hacer bien, y gran filólogo. Hizo Casandro mucho aprecio de él, y Tolomeo lo envió a llamar. Fue tan acepto a los atenienses, que habiendo Agnónides tenido valor para acusarlo de impiedad, faltó poco para ser él el condenado. Concurrían a su escuela hasta dos mil discípulos; y en la carta, que escribió a Fanias, peripatético, le dice, entre otras cosas: «No hay un concurso general de toda Grecia, pero ni tampoco es fácil a todos hallar el asiento que desean. Las lecciones mismas forman las correcciones, y el diferir y omitir todas las cosas no lo sufren ya los tiempos.» En esta carta se llama Escolástico. Siendo tal como era, se retiró, no obstante, por un breve tiempo él y los demás filósofos, pues Sófocles, hijo de Anficlido, había puesto ley «que ningún filósofo regentase escuela sin decreto del Senado y del pueblo, bajo irremisible pena de muerte»; pero luego el año siguiente volvieron, habiendo Filión acusado a Sófocles contra dicha ley. Entonces anulándola los atenienses, multaron a Sófocles en cinco talentos, decretaron el regreso de los filósofos, y mandaron en particular volviese Teofrasto a su primer empleo.
2. Llamábase antes Tírtamo, y Aristóteles se lo mudó en el de Teofrasto, por su divino estilo. Aunque fue maestro de Nicómaco, hijo de Aristóteles, fue, sin embargo, su amante, según Aristipo en el libro IV De las delicias antiguas. Se refiere que Aristóteles dijo de él y de Calístenes lo mismo que Platón de Aristóteles y Jenócrates, como ya notamos arriba. Es que como Teofrasto penetrase todas las cosas con su agudeza de ingenio y Calístenes fuese naturalmente tardo y obtuso, dijo «que aquél necesitaba de freno, y éste de espuela». Dicen que tuvo huerto propio en la Academia, después de la muerte de Aristóteles, cooperando a esto Demetrio Falereo, amigo suyo. Corren de él aquellos útiles apotegmas: «Antes se ha de fiar de un caballo desenfrenado que de palabras desordenadas.» A uno que en cierto convite no hablaba palabra alguna, le dijo: «Si tú eres ignorante, obras prudentemente; pero si docto, imprudentemente.» Solía decir con frecuencia «que el tiempo es el gasto o empleo más precioso». Murió a los ochenta y cinco años de edad, habiendo aflojado algún tanto en el trabajo. Mis versos a él son:
No era necio quien dijo
que el arco de la ciencia de los hombres,
si se afloja, se quiebra; pues Teofrasto
se mantuvo robusto
durante su trabajo:
pero aflojando en él, perdió la vida.
3. Refiérese que preguntado por sus discípulos si les encargaba alguna cosa, respondió que «nada tenía que encargarles, sino que la vida humana nos promete falsamente muchas suavidades por adquirir fama y gloria. Nosotros, cuando empezamos a vivir, entonces morimos. No hay otra cosa más vana e inútil que el amor de la fama. Procurad ser felices. Dejad el estudio de la sabiduría, por ser muy trabajoso, o aplicaos a él en sumo grado, por la mucha gloria que resulta. La vanidad de la vida es mayor que la utilidad. Pero yo ya no estoy para aconsejar lo que debéis hacer, vosotros lo meditaréis...». Esto diciendo, expiró. Es fama de que todo el pueblo ateniense acompañó a pie su funeral, en honra de tan gran varón. Favorino dice que, siendo ya viejo, iba en silla de manos; y que esto lo refiere Hermipo, tomándolo de la historia de Arcesilao Pitaneo, en el discurso que hizo a Lacides Cireneo.
4. Dejó muchísimos libros, los que tengo por muy dignos de que sean aquí notados, como que muestran bien su grande ingenio. Son los siguientes: tres libros De los primeros analíticos, siete De los postreros analíticos, uno De la solución de los silogismos, otro intitulado Epítome de los analíticos, dos De la reducción de los lugares, un escrito polémico acerca de la teoría de las cosas disputables, un libro De los sentidos, otro Contra Anaxágoras, otro De los dogmas de Anaxágoras, otro De los dogmas de Anaxímenes, otro De los dogmas de Arquéalo, otro De las sales, del nitro y alumbre, dos De las cosas que se petrifican, uno De las líneas indivisibles, dos de Audiciones, uno De los vientos, otro intitulado Diferencias de las virtudes, otro Del reinar, otro De la institución del rey, tres De las vidas, uno De la vejez, otro De la Astrología de Demócrito, otro De la disputa sublime, otro De las imágenes, otro De los sucos, colores y carnes; otro Del ornato, otro De los hombres, otro intitulado Colección de dichos de Diógenes, tres De distinciones, uno de Eróticas, otro Del amor, otro De la felicidad, dos De las especies, uno De la epilepsia, otro Del entusiasmo, otro De Empédocles, dieciocho de Epiqueremas, tres de Exordios, uno De lo espontáneo, dos del Epitome de la República de Platón, uno De la diferencia de voz en los animales homogéneos, otro De los fenómenos repentinos, otro De los animales que muerden y pican, otro De los que dicen tienen envidia, otro De los que viven en seco, otro De los que mudan de color, otro De los que cavan sus cuevas, siete De los animales en general. uno Del deleite según Aristóteles, otro Del deleite no según Aristóteles, veinticuatro De cuestiones, uno De lo cálido y lo frío, otro De los torbellinos y oscuridad, otro Del sudor, otro De la afirmación o negación, otro intitulado Calístenes o del llanto, otro Del cansancio, tres Del movimiento, uno De las piedras, otro De la peste, otro Del desmayo, otro intitulado Megárico, otro De la melancolía, dos De los metales, uno De la miel, otro Colecciones de Metrodoro, dos De meteoros, uno De la embriaguez, veinticuatro De las leyes, según las letras del alfabeto, diez Epítome de las Leyes, uno Para las definiciones, otro De los olores, otro Del vino y aceite, dieciocho De las primeras proposiciones, otro De los legisladores, seis De política, cuatro De política según las oportunidades, cuatro De costumbres civiles, uno De la mejor República, cinco Colección de problemas, uno De Proverbios, otro De las concreciones y licuaciones, dos Del fuego, uno De los vientos, otro De la parálisis, otro De la sofocación, otro De la demencia, otro De las pasiones, otro De las señales, dos De los sofismas, uno De la solución de los silogismos, dos De tópicos, dos Del tormento, uno De los pelos, otro De la tiranía, tres Del agua, uno Del dormir y de los sueños, tres De la amistad, dos De la ambición, tres De la naturaleza, dieciocho De Física, dos Del epítome de Física, otros ocho De Física, uno A los físicos, diez De historia de las plantas, ocho De las causas de las plantas, cinco De los sucos, uno Del engaño del deleite, una Cuestión acerca del alma, un libro De la creencia sin arte, otro De las simples dudas, otro intitulado Armónica, otro De la virtud, otro de Aversiones o contradicciones, otro De la negación, otro De la opinión o sentencia, otro Del ridículo, dos De las tardes, dos De divisiones, uno De las diferencias, otro De las injusticias, otro De la calumnia, otro De la alabanza, otro De la experiencia, tres libros de Cartas, uno De los animales espontáneos, otro De las elecciones, otro intitulado Encomios de los dioses, otro De los días festivos, otro De la felicidad, otro De los entimemas, dos De los inventos, uno De las escuelas morales, otro intitulado Caracteres morales, otro Del tumulto, otro De la historia, otro Del juicio o crítica de los silogismos, otro De la adulación, otro Del mar, un libro a Casandro acerca del reino, otro De la comedia, otro De los meteoros, otro De la dicción, otro intitulado Colección de discursos, otro intitulado Soluciones, tres libros De músico, uno De medidas, otro intitulado Megacles, otro De las Leyes, otro De las transgresiones de las Leyes, otro intitulado Colección de dogmas de Jenócrates, otro Conversaciones familiares, otro Del juramento, otro Preceptos de retórica, otro De la riqueza, otro De la poesía, otro Problemas políticos, morales, físicos y amatorios; otro intitulado Proemios, otro Colección de problemas, otro De problemas físicos, otro Del paradigma o ejemplo, otro De la proposición y narración, otro segundo libro De la poética, otro De los sabios, otro Del consejo, otro De los solecismos, otro Del arte retórica, Diecisiete especies acerca de las artes retóricas, un libro De la hipocresía o simulación, seis Da comentarios aristotélicos o teofrásticos, dieciséis De opiniones físicas, uno intitulado Epítome de los físicos, otro De la gracia o favor, Los caracteres morales, un libro De lo falso y verdadero, seis De historia divina, tres libros De los dioses, cuatro De historia geométrica, seis De los epítomes de Aristóteles acerca de los animales, dos libros De epiqueremas, tres De cuestiones o posiciones, dos Del reino, uno De las causas, otro acerca de Demócrito, otro De la calumnia, otro De la generación, otro Del instinto y costumbre de los anímales, dos Del movimiento, cuatro De la vista, dos intitulados Para las definiciones, uno De lo dado o concedido, otro De lo mayor y menor, otro De los músicos, otro De la felicidad divina, otro A los académicos, otro Exhortatorio, otro Del mejor modo de habitar en la ciudad, otro de Comentarios, otro Acerca del volcán de Sicilia, otro De las cosas concedidas, otro De problemas físicos, otro De cuáles son los modos de saber, tres De lo falso, uno De los antetópicos, otro a Esquiles, seis De historia astrológica, uno De historia de la Aritmética, otro Del aumento, otro intitulado Acícaro, otro De oraciones jurídicas, otro De la calumnia, Cartas sobre Asticreonte, Fanias y Nicanor, un libro De la piedad, otro intitulado Euíades, dos De las oportunidades, otro De discursos domésticos, otro De la enseñanza de los niños, otro de la misma materia, diverso del antecedente; otro De la enseñanza, virtudes y prudencia; otro Exhortatorio, otro Del número, otro De definiciones acerca de la dicción en los silogismos, otro Del cielo, dos De política, uno De la Naturaleza, de los frutos y de los animales. Las cuales obras componen la suma de doscientos treinta mil ochocientos ocho versos. Tantos fueron los libros que escribió.
5. He hallado también su testamento, que es en esta forma: «Habrá salud; pero por si algo sobreviniese, así dispongo: Todo cuanto hay en mi casa lo doy a Melante y a Pancreón, hijos de León. En orden a las cosas propuestas por Hiparco, quiero se haga lo siguiente: primeramente, que se concluya el Museo y estatuas de las diosas, y si puede además añadirse algún ornato más bello. Ítem, que la imagen de Aristóteles se coloque en el templo, y los demás donativos o presentallas que estaban antes en el mismo templo. Ítem, que el portiquillo que había a la entrada del Museo se reedifique no inferior al primero, y que las tablas en que están delineados los círculos de la Tierra se coloquen en el pórtico de abajo. Ítem, que se restaure el ara de modo que quede perfecta y decente. Quiero que se construya la imagen de Nicómaco, y Praxíteles, que hizo el modelo, hará también los demás gastos, y que sea colocada donde pareciere bien a los que tuvieren el encargo de las otras cosas ordenadas en este testamento. Esto es lo que dispongo respecto al templo y donativos.
6. «La heredad que tengo en Estagira la doy a Calino; y todos mis libros, a Neleo. El huerto, el paseo y todas las habitaciones contiguas al huerto los doy a mis infraescritos amigos, si quisieren estar juntos en la escuela y filosofar de consuno; bien que como no es posible que siempre estén ausentes de sus patrias todos los hombres, no podrán los referidos enajenarlo, ni aun poseerlo como propio, sino en general como cosa sagrada, habitar allí todos en común y usar de todo en familia y amigablemente, como conviene y es justo. Los que vivirán allí en compañía serán Hiparco, Neleo, Estratón, Calino, Demótimo, Demarato, Calístenes, Melante, Pancreón y Nicipo. Si quiere filosofar Aristóteles, hijo de Midió y de Pitíada, tendrá derecho a participar de dichas cosas. De éste tendrán todo cuidado los más ancianos, para que se aplique con el mayor ahínco a la filosofía. Mi cuerpo será enterrado en aquel paraje del huerto que más cómodo pareciere, no haciendo cosa alguna superflua acerca del funeral y sepulcro.
7. «Quiero asimismo que después de mi muerte y sepultura, y reparados templo y huerto y paseo según se ha dicho, Pompilo, que allí habita, cuide de ello, igualmente que de las cosas que antes cuidaba, mirando a la utilidad de los que la poseen. Pompilo y Treptas, libertos míos hace tiempo, y que me han sido muy útiles, tengo por conveniente posean sin algún menoscabo las cosas que yo les haya dado, las que ellos hayan granjeado, lo que mandé les diese Hiparco, y además dos mil dracmas, según he participado muchas veces a ellos mismos, a Melante y a Pancreón, y me lo han aprobado y aceptado todo. Hágoles también donación de Somatal y de la esclava. De los muchachos doy desde luego libertad a Molón, a Cimón y a Permenón; pero Manes y Calas quedarán libres después que estarán cuatro años en el huerto, trabajando ambos sin reprensión alguna. Cuando de los muebles de casa se hubiesen dado a Pompilo aquellos que bien pareciese a mis ejecutores, lo restante se reducirá a dinero. De Carión hago donación a Demócrito, y de Donaco a Neleo; pero Eubión sea vendido. Dará Hiparco a Calino tres mil dracmas. A no considerar que Hiparco me ha sido muy útil en otro tiempo, y ahora ha padecido graves menoscabos, ordenaría que partiese el goce de mi herencia con Melante y Pancreón; pero por cuanto veo que no es fácil la puedan administrar de mancomún, y tengo por más útil a aquéllos les dé Hiparco alguna cosa, dará Hiparco a Melante y a Pancreón un talento a cada uno. Dará también Hiparco a mis ejecutores lo que costaren las obras mandadas hacer en mi testamento, luego que cada una esté concluida. Administradas estas cosas por Hiparco, quede libre de todas deudas y obligaciones conmigo; y si en mi nombre viniese a Hiparco algún útil en Cálcide, sea suyo. Los ejecutores de las cosas escritas en este testamento serán; Hiparco, Neleo, Estratón, Calino, Demótimo, Calístenes y Tesarco.» Una de las copias del testamento, selladas con el anillo de Teofrasto, se dio a Hegesías, hijo de Hiparco. Fueron testigos Calipo Pelaneo, Filómelo Euonumeo, Lisandro Hibees y Filión Alopecense. La segunda la hubo Olimpiodoro; testigos fueron los mismos; y otra recibió Adimanto de mano de su hijo Andróstenes, que se la llevó de casa de Teofrasto; sus testigos Aimnesto, hijo de Cleóbulo; Lisístrato Tasio, hijo de Fidón; Estratón Lampsaceno, hijo de Arcesilao; Tesipo, hijo de Tesipo, de oficio alfarero, y Discórides Epicefio, hijo de Dionisio.
8. Este es el tenor de su testamento. Hay quien dice que el médico Erasístrato fue discípulo suyo, lo cual es verosímil.
ESTRATÓN
1. A Teofrasto sucedió en la escuela Estratón Lampsaceno, hijo de Arcesilao (de quien hace memoria en su testamento), varón elocuentísimo, llamado Físico por su mucha aplicación en adelantar en la Física. Fue también preceptor de Tolomeo Filadelfo, y dicen recibió de él ochenta talentos. Empezó a regentar la escuela, como dice Apolodoro en las Crónicas, en la Olimpíada CXXIII, y la regentó dieciocho años. Quedan de él los libros siguientes: tres Del reino, tres De la justicia, tres De lo bueno, tres De los dioses, tres Del gobierno, De las vidas, De la felicidad, De la filosofía, De la fortaleza, Del vacuo, Del cielo, De la respiración, De la naturaleza humana, De la generación de los animales, Del concúbito, Del sueño, De los sueños, De la vista, Del sentido, Del deleite, De los colores, De las enfermedades, De los juicios, De las fuerzas, De las máquinas metálicas, Del hambre, De la oscuridad, Del leve y grave, Del entusiasmo, Del tiempo, Del comer y aumento, De los animales dudosos, De los animales fabulosos, De las causas, Solución de ambigüedades, Proemios a los tópicos, Del accidente, De la definición, De lo más y menos, De lo injusto, De lo primero y postrero, Del primer género, Del propio, De lo venidero, Dos catálogos de inventos, Comentarios, bien que se duda de ellos, Cuatrocientas cincuenta cartas, cuya inscripción es: Estratón a Arsínoe, obrar bien. etc.
2. Dícese que era tan delicado y débil, que murió sin sentirlo. Hay unos versos míos a él, que son éstos:
Débil era de cuerpo, aunque se ungía,
Estratón Lampsaceno.
Luchó continuamente
con dolencias añejas
y murió sin saber que se moría.
Hubo ocho Estratones: el primero fue discípulo de Isócrates; el segundo, este de quien hablamos; el tercero fue médico, discípulo de Erasístrato o según otros quieren, alumno; el cuarto fue historiador de los hechos bélicos de Filipo y Perseo contra los romanos. El sexto fue poeta epigramático; el séptimo, un médico antiguo, como dice Aristóteles; y el octavo fue peripatético, habitante en Alejandría.
3. De nuestro Estratón físico existen también los testamentos, concebidos en la forma siguiente: «Ésta es mi disposición testamentaria por si algo me aconteciese. Cuanto tengo en casa le dejo a Lampirión y Arcesilao. Del dinero que tengo en Atenas curarán primero mis ejecutores de lo perteneciente a mi entierro y de lo que a él se sigue por ley, no haciendo nada de superfluo ni escaso. Ejecutores del testamento serán Olímpico, Arístides, Mnesígenes, Hipócrates, Epícrates, Górgulo, Diocles, Licón y Atenes. Dejo la escuela a Licón, por razón que los demás unos son viejos y otros están ocupados; todos los cuales harán bien ratificándolo y aprobándolo. Déjole también todos mis libros, excepto los que yo he compuesto; todos los vasos de cocina, los manteles y vasos de mesa.
4. «Darán los ejecutores a Epícrates quinientas dracmas y uno de los muchachos, el que pareciere a Arcesilao. Lo primero que harán Lampirión y Arcesilao es dejar libre a Daipo de las obligaciones que contrajo por Ireo; y nada deberá ni a Lampirión ni a sus herederos, sino que quedará libre de toda obligación. Daránle también los ejecutores quinientas dracmas, uno de los muchachos, el que a Arcesilao pareciere, a fin de que habiéndome ayudado mucho en el trabajo y sídome muy útil, tenga lo necesario para vivir y ser respetado. Dejo también libres a Diofanto, a Diocles y a Albo; pero devuelvo a Simias a poder de Arcesilao. Igualmente dejo libre a Dromón. Cuando haya venido Arcesilao, computará freo con Olímpico, Epícrates y demás ejecutores los gastos hechos en mi entierro y demás funerales. El resto del dinero lo entregará Arcesilao a Olímpico: pero sin que sea molestado sobre los plazos y tiempo. Quitará también Arcesilao las obligaciones que hizo Estratón a Olímpico y a Aminias, existentes en poder de Filócrates, hijo de Tisameno. En orden a mi monumento se ejecutará lo que pareciere bien a Arcesilao, Olímpico y Licón.» Esto es lo dispuesto en el testamento que anda suyo, como lo recogió Aristón Ceo.
5. Fue, pues, Estratón, según arriba se dijo, varón digno de ser admirado, versado en toda especie de ciencias, singularmente en la física, como a más antigua y más estudiada.
LICÓN
1. A Estratón sucedió Licón, natural de la Tróade, hijo de Astianacte; varón elocuente y muy apto para la enseñanza de los niños. Decía que «a los niños debía injerírseles el pudor y deseo de honores como se aplica a los caballos el látigo y el freno». Su fecundidad y elegancia en el decir y explicar las cosas consta de que acerca de una doncella pobre habla en estos términos: «Grave carga es para el padre una doncella a quien por falta de dote se le pasa aprisa la flor del tiempo. « Por esto cuentan que Antígono dijo de él: «Así como el buen olor y belleza de una manzana no se puede trasladar a otra parte, así en este hombre se deben mirar las cosas que decía como las manzanas en el árbol.» Y aun, porque era dulcísimo en el decir, añadieron algunos a su nombre la letra G. Pero en el escribir no se parecía a sí mismo. A los que se dolían de no haber aprovechado el tiempo en los estudios y desearían que volviese, los burlaba diciendo que «mostraban arrepentirse mucho de un ocio ya irremediable o incorregible». A los que obraban sin consejo les decía que «estaban tan faltos de razón como los que quieren explorar la rectitud de la Naturaleza con una regla torcida, o a los que se miran el rostro en agua turbia o en un espejo inverso. Y que a la corona forense aspiraban muchos, pero a la olímpica pocos o ninguno».
2. Sus consejos fueron en varias ocasiones muy importantes a los atenienses. En su vestir era sumamente curioso y aseado, como dice Hermipo. Hacía también mucho ejercicio, y disfrutaba perfecta salud corporal: y aun mostraba una habitud todavía atlética, con las orejas maltratadas y el cuerpo lustroso, como dice Antígono Caristio. Y se dice que ejerció la lucha en los juegos ilíacos que celebró su patria, como también el juego de pelota. Era muy estimado de Eumenes y de Attalo, los cuates le hicieron varios donativos y agasajos. Procuró también Antíoco tenerlo consigo, mas no lo consiguió. Era tan contrario de Jerónimo, peripatético, que sólo él no lo visitaba en el día de su cumpleaños, de lo cual ya dijimos algo en la Vida de Arcesilao. Regentó la escuela por espacio de cuarenta y cuatro años, habiéndolo Estratón dejado sucesor suyo en su testamento, en la Olimpíada CXXVII. Oyó también a Pantedo, dialéctico, y murió de edad de setenta y cuatro años, de enfermedad de gota. Hay unos versos míos a él, que son:
De Licón referir no omitiremos
que murió de podagra;
pero me admira mucho que anduviese
en una sola noche, y con pies de otro,
el muy largo camino del infierno.
Hubo otros Licones. El primero fue pitagórico; el segundo, este de quien hablamos; el tercero fue versista; el cuarto, poeta epigramático.
3. También ha venido a mis manos el testamento de nuestro filósofo, que es en la forma siguiente: «Así dispongo de mis cosas, por si no pudiese sobrellevar esta enfermedad. Cuanto tengo en casa lo doy todo a mis hermanos Astianacte y Licón; y ellos deberán satisfacer cuanto yo recibí de diferentes personas en Atenas, como también los gastos de mi entierro y demás funerales. Lo que tengo en la ciudad y en Egina lo doy a Licón, ya porque tiene mi mismo nombre, ya por haber vivir conmigo muy bien largo tiempo; cuanto y más, que así era justo se hiciese con uno que ha sido tenido por hijo. El paseo lo dejo a los amigos que quieran usarlo, a saber Bulón, Calino, Aristón, Anfión, Licón, Pitón, Aristómaco, Heraclio, Licomedes y Licón mi sobrino. Determinarán éstos quién haya de quedar elegido para regentar la escuela, que deberá ser el que tuvieren por más hábil y a propósito. Lo mismo procurarán sus demás amigos y conocidos, tanto por honor mío como por el de la escuela misma. Bulón y Calino, con los demás familiares, quedan encargados de mis funerales y combustión, cuidando de que no sean escasos ni superfluos. Los efectos procedentes de lo que poseí en Egina los dará Licón después de mi muerte a los jóvenes palestritas, para aceite en la lucha, a fin de que por este beneficio quede memoria mía y de cualquiera que me honrare. Colocará también mi estatua en el paraje que más conviniere a consulta y deliberación de Diofanto y Heráclides, hijo de Demetrio. De lo que tengo en la ciudad devolverá Licón a cada uno lo que me haya prestado después que él partió. Bulón y Calino satisfarán a los que acompañaren mi entierro y los gastos de éste con los demás funerales; esto se sacará de las alhajas domésticas que he dejado a entrambos. Honrará también a los médicos Pasitemis y Midias, pues son dignos de ello y de mayores honores, tanto por el cuidado que de mí han tenido cuanto por el arte que profesan.
Dejo al hijo de Calino un par de copas tericleas, y a su mujer otro de perlas, un tapete sin vello y otro velloso por ambas haces, un tapiz y dos almohadas de las mejores, a fin de que no parezca me he desentendido de ellos en orden al aprecio y estimación. Respecto a mis sirvientes ordeno así: a Demetrio, libre ya tiempo hace, le mando volver el precio de su libertad, y le doy cinco minas, un manto y una túnica, para que pueda sustentarse decentemente, ya que trabajó tanto en útil mío. Igualmente devuelvo a Critón Calcedonio el precio de su rescate, y le doy cuatro minas. A Micrón lo dejo libre, y Licón lo mantendrá e instruirá por espacio de seis años contados desde ahora. También doy libertad a Caretas: lo mantendrá Licón, y le doy dos minas y mis libros ya publicados, los no publicados los lego a Calino, a fin de que los publique diligentemente. A Siro, ya liberto, le doy cuatro minas, le entrego a Menodora, y si algo me debe se lo perdono. Lego a Hilara cinco minas, un tapete velloso por ambas caras, dos almohadas, un tapiz y la cama que le agrade. Dejo también libre a la madre de Micrón, a Neomón, a Dión, a Teón, a Eufranor y a Hermias. Agatón quedará libre pasados dos años; y pasados cuatro lo serán Ofelión y Posidonio, mis esclavos de silla de manos. A Demetrio, a Critón y a Siro les dejo un lecho a cada uno y un tapiz de los que quedan, según a Licón le pareciere. Estas cosas serán para ellos, puesto que cada uno ha demostrado haber ejecutado rectamente lo que se le ha ordenado. En orden a mi sepultura, determinará Licón si me enterrará aquí o en mi patria, y así lo hará, pues bien sé que procurará lo más decente para mí no menos que yo mismo. Ejecutado que haya todas estas cosas, será válida la donación de lo aquí contenido. Testigos, Calino Hermioneo, Aristón Ceo y Eufrón Peaniense.
5. Tan sabiamente dispuso todas las cosas acerca del estudio y erudición, que aun hasta en el testamento dejó ver su mucho saber y prudencia de manera que en esto debe ser imitado.
DEMETRIO
1. Demetrio, hijo de Fanostrato, fue natural de Falera y discípulo de Teofrasto. Habiendo orado al pueblo ateniense, lo gobernó por espacio de diez años, y fue honrado de él con trescientas sesenta estatuas de bronce, de las cuales muchas eran ecuestres y puestas en carros y vigas, ejecutadas todas en menos de trescientos días con la mayor diligencia. Empezó a gobernar la República, según dice Demetrio de Magnesia en sus Colombroños, cuando Harpalo, huyendo de Alejandro, se fue a Atenas. Ordenó en su gobierno muchas cosas utilísimas a la patria, le aumentó las rentas y la ilustró con edificios, por más que él no era de sangre ilustre, pues según Favorino en el libro I de sus Comentarios, era de la servidumbre de Conon. Vivía con su ciudadana y noble amiga Lamia, como dice él mismo en el libro I; y en el II asegura que Cleón se sirvió de él para nefando. Dídimo escribe en sus Convites que fue hermoso de cejas, y que cierta meretriz lo llamaba Lampeto. Dicen que habiendo perdido la vista en Alejandría, se la restituyó Serapis. Con este motivo compuso himnos a Apolo, que todavía se cantan. Siendo como era celebradísimo entre los atenienses, no obstante lo derribó la envidia, que todo lo devora, pues perseguido por asechanzas de algunos, fue sentenciado a pena capital hallándose ausente. No pudieron cogerlo; pero vomitaron su veneno en el bronce, derribando sus estatuas, de las cuales unas las vendieron, otras las sumergieron y otras las quebrantaron para hacer de ellas orinales, como dicen algunos. Solamente quedó libre una en la Roca. Favorino dice en su Historia varia que esto lo ejecutaron los atenienses por orden del rey Demetrio. Según el mismo Favorino, aun acusaron de ilegítimo su principado. Hermipo dice que después de la muerte de Casandro, por temor de Antígono, se fue a Tolomeo Sótero, y que habiendo estado allí mucho tiempo, aconsejó a Tolomeo, entre otras cosas, diese el reino a los hijos que había tenido con Eurídice; mas que no habiendo él asentido a ello, y dada la diadema al que tenía de Berenice, éste, después de muerto Tolomeo, tuvo a bien guardarlo preso en la provincia, mientras deliberaba lo que debía hacer. Vivió allí muy caído de ánimo, hasta que estando dormitando un día lo mordió un áspid en la mano, y murió. Fue enterrado en la prefectura busiriense, junio a Diópolis. Yo le he compuesto los versos siguientes:
Mató al sabio Demetrio
un áspid venenoso,
no ya vibrando luces,
sino negros infiernos por los ojos.
2. Heráclides, en su Epítome de las sucesiones de Soción, dice que Tolomeo quiso ceder el reino a Filadelfo, pero él lo disuadió, diciéndole: «Si a otro lo das, tú no lo tendrás.» Cuando lo acusaron en Atenas, faltó poco para ser también condenado el poeta cómico Menandro, no más que por ser amigo suyo; así lo he leído, pero lo excusó Telesforo, primo de Demetrio. En la multitud de libros y número de versos excedió a casi todos los peripatéticos de su tiempo, siendo igualmente el más docto y perito de todos. Sus escritos son, unos de Historia; otros, de Política; otros, de Poesía; otros, de Retórica; otros, oraciones dichas al pueblo, y otros, embajadas. También tiene colecciones de discursos esópicos y muchas otras obras. Son, pues: cinco libros De las leyes de los atenienses: dos De los ciudadanos atenienses; dos Del gobierno o conducción del pueblo; uno De las leyes; dos De Retórica; dos De la milicia; dos acerca de lo Ilíada; cuatro acerca de la Odisea; uno intitulado Tolomeo; otro libro amatorio; otro llamado Fedondas; otro Medón; otro Cleón: otro Sócrates; otro Aristómaco; otro Artajerjes; otro Homérico; otro Arístides; Otro Exhortatorio; otro De los Jones; otro sobre embajadas: otro De la fe; otro De la gracia; otro De la fortuna; otro De la magnificencia; otro De las nupcias; otro De la opinión; otro De la paz; otro De las leyes; otro De los estudios; otro De la oportunidad: otro intitulado Dionisio; otro Calcídico; otro De la incursión de los atenienses: otro De Antífanes, otro Proemio histórico; otro De cartas; otro Asamblea jurada; otro De la vejez: otro intitulado Derechos; otro acerca de Esopo, y otro De críos.
3. Su estilo es filosófico e interpolado de nervio y vigor retórico. Habiendo oído que los atenienses habían derribado sus estatuas, dijo: «Pero no han derribado la virtud por la cual me las habían puesto.» Decía que «las cejas no son parte de poca entidad, pues pueden oscurecer toda la vida del hombre». No sólo llamaba «ciegas a las riquezas, sino también a la fortuna que las dirige. Que cuanto puede el hierro en la guerra, tanto vale la lengua en el gobierno de la República» Habiendo visto una vez a un joven lujurioso, dijo: «Ve aquí un Mercurio cuadrado con manto, vientre, genitales y barba.» Decía que «a los hombres soberbios se les debía cortar algo de la altura y dejarles el concepto que de sí tienen. Que los jóvenes deben reverenciar en su casa a los padres, en la calle a todos y en la soledad a sí mismos». Llamaba «amigos a los que en las prosperidades acuden siendo llamados, y en las calamidades sin serlo». Esto es lo que parece se le atribuye.
4. Veinte Demetrios hay memorables: el primero fue retórico cartaginés, más antiguo que Trasímaco; el segundo, este de que hablamos; el tercero, un peripatético bizantino; el cuarto se llamó el Dibujante, por ser pintor, y fue bastante conocido y hábil; el quinto fue Aspendio, discípulo de Apolonio Solense; el sexto, Calaciano, que escribió veinte libros de Asia y Europa; el séptimo, bizantino, que escribió en trece libros el pasaje de los galos de Europa a Asia, y en otros ocho las cosas de Antíoco y Tolomeo, y el gobierno de Libia por éstos; el octavo fue sofista, habitante de Alejandría, y escribió De arte oratoria; el noveno fue gramático, adramiteno, apellidado Ixión por haber hecho, según parece, alguna injuria a Juno; el décimo fue un gramático cireneo, por apodo Tinaja, varón digno de memoria; el undécimo fue natural de Escepsis, hombre rico y noble y gran filólogo. Éste promovió al ciudadano Metrodoro. El duodécimo fue gramático eritreo, hecho ciudadano de Terrino; el decimotercero fue de Bitinia, hijo de Difilo Estoico y discípulo de Panecio Rodio; el decimocuarto fue retórico de Esmirna. De éstos, todos fueron prosistas; los restantes, poetas. El primero fue poeta de la comedia antigua; el segundo, poeta épico, de quien sólo queda lo que dijo contra los envidiosos, y es:
Menosprecian al hombre mientras vive,
y cuando ya no existe lo desean.
Por un vano sepulcro y simulacro
contienden las ciudades y los pueblos.
El tercero fue natural de Tarso, y escribió sátiras; el cuarto escribió yambos, y fue hombre mordaz; el quinto fue estatuario, de quien Polemón hace memoria; el sexto fue poeta misceláneo, y compuso cosas de Historia y Retórica.
HERÁCLIDES
1. Heráclides, hijo de Eutifrón, fue natural de Heraclea, en el Ponto, y hombre rico. Pasó a Atenas, donde primero oyó a Espeusipo, luego a los pitagóricos, e imitaba a Platón, y, finalmente, fue discípulo de Aristóteles, como dice Soción en las Sucesiones. Usaba vestido muy blando y era tan hinchado de cuerpo, que los atenienses no lo llamaban Póntico, sino Pómpico. Su andar era modesto y grave.
2. Nos quedan de él bellas y excelentes obras. Primeramente sus Diálogos, de los cuales los morales son: tres De la justicia, uno De la templanza, otro De la piedad, otro De la fortaleza, otro De la virtud en común, otro De la felicidad, otro Del principado, otro De las leyes y de otras cosas análogas a éstas. Un libro acerca de los nombres, otro intitulado Pactos, otro el Involuntario amoroso y Clinias. Los físicos son: De la mente, Del alma. Del alma en particular, De la naturaleza y de los simulacros, Contra Demócrito, De lo que hay en el cielo, De lo que hay en el infierno; dos libros de Vidas, uno intitulado Causas de las enfermedades, otro De lo bueno, Contra Zenón, y otro Contra Metrón. Los libros gramáticos son: dos acerca de la edad de Homero y Hesíodo, y dos De Arquíloco y Homero. Los de música son: tres De cosas contenidas en Eurípides y Sófocles, dos De música, dos De soluciones homéricas, uno Teoremático, otro De los tres poetas trágicos, otro intitulado Caracteres, otro De la poesía y poetas, otro De la conjetura, otro De la previsión, cuatro De narraciones acerca de Heráclito, uno De narraciones acerca de Demócrito, dos De soluciones en las controversias, uno intitulado Axiomas, otro De las especies, otro intitulado Soluciones, otro Amonestaciones, otro A Dionisio. Sobre la Retórica escribió: Del orar, o sea Protágoras. Y de Historia escribió acerca de los pitagóricos y de los inventos. Algunas de estas obras las compuso por estilo cómico; verbigracia, la Del deleite y la De la prudencia. Otras por estilo trágico, como la De lo que hay en el infierno, la De la piedad y la Del poder. Usa también cierta medianía en el lenguaje, a imitación de los filósofos, capitanes y ciudadanos que comunican entre sí. Existen además obras suyas De Geometría y Dialéctica. En todas ellas es su estilo vario y conciso, y muy poderoso para captar los ánimos.
3. Parece también que libertó a su patria tiranizada, quitando la vida al tirano, según afirma Demetrio de Magnesia en sus Colombroños, el cual trae la historia siguiente. Dice que crió un dragón desde pequeñito hasta la magnitud justa, y hallándose ya cercano a la muerte, llamó a un confidente suyo y le encargó que luego que muriese, escondiese su cadáver y pusiese el dragón en la cama, para que pareciese había él ascendido a los dioses. Ejecutóse todo. Luego después, al sacar a entierro los ciudadanos a Heráclides, y celebrando su buena memoria, como el dragón oyó las voces, salió de entre la ropa y asustó a muchos. Últimamente se descubrió todo, y Heráclides compareció, no como creía, sino como era. Hay unos versos míos a él, que dicen así:
Dejar querías a los hombres todos
opinión, oh Heráclides,
que muriendo en dragón te transformaste;
mas saliste engañado, pues la bestia
dragón era, por cierto
y tú la bestia fuiste antes que sabio.
Esto lo refiere también Hipoboto.
4. Pero Hermipo dice que, afligiendo el hambre a la provincia de Heraclea, consultaron los heracleotas a la pitonisa para el remedio. Que Heráclides corrompió con dinero a los consultores del oráculo, y aun a la misma profetisa a fin de que dijesen que el daño cesaría si coronaban a Heráclides, hijo de Eutifrón, con una corona de oro. vivo todavía entre ellos, y después de muerto lo honraban como a héroe. Vino finalmente el oráculo, pero nada ganaron los que lo fingieron, pues luego que fue coronado Heráclides en el teatro, le dio una apoplejía, y los consultores del oráculo se cayeron muertos. Aun la misma pitonisa, habiendo ido al ádito en aquella misma hora y puesto el pie sobre un dragón, fue mordida de él y murió luego. Esto es cuanto se refiere acerca de la muerte de Heráclides.
5. Aristójeno, músico, dice que también componía tragedias y las publicaba con el nombre de Tespis. Camaleón dice igualmente que Heráclides le robó a él lo que escribió sobre Hesíodo y Homero. No menos Autodoro lo carga contradiciéndole a lo que escribió de la justicia. Finalmente, habiendo Dionisio, el llamado Desertor (o según algunos, Espintaro), escrito su Partenopeo, y publicándolo con el nombre de Sófocles, lo creyó de este Heráclides, y en algunos lugares de sus Comentarios se sirve de las autoridades de él como verdadero escrito de Sófocles. Advirtiendo esto Dionisio, avisó del hecho a Heráclides; mas como éste lo negase y no quisiese creerlo, le escribió aquél los primeros versos, cuyas letras iniciales decían Πάγκαλος (Págcalos). Este Pancalo era bardaja de Dionisio. Como todavía no lo creyese, y dijese podía haber ello sido obra del acaso, le volvió a escribir Dionisio diciendo que también hallaría en la misma obra lo siguiente:
No se coge con lazo mona vieja;
y si acaso se coge,
se coge con trabajo y mucho tiempo.
Como también hallaría en los mismos versos:
Heráclides no conoce las letras, y no se avergüenza.
6. Hubo catorce Heráclides: el primero, este de quien hablamos; el segundo, paisano suyo, el cual compuso pirriquias y cosas de poca monta; el tercero fue cumeo, y escribió en cinco libros las cosas de Perita; el cuarto, también cumeo, fue retórico y escribió de este arte: el quinto fue calaciano o alejandrino, el cual escribió las Sucesiones en seis libros, y la Oración lembéutica, por la cual era llamado Lembo; el sexto fue alejandrino y escritor de los idiomas pérsicos; al séptimo fue bargileíta, y escribió contra Epicuro; el octavo, médico hicesio; el noveno, médico empírico, natural de Taranto, el décimo escribió reglas de poesía; el undécimo fue escultor foceo; el dudodécimo, un hábil poeta epigramático; el decimotercero fue de Magnesia, y escribió las cosas de Mitrídates, y el decimocuarto escribió de astrología.
Visto por Rembrandt. Aristóteles contemplando el busto de Homero (1653) es el título de este cuadro de Rembrandt. Entre las numerosas leyendas infundadas que circularon sobre la relación entre Alejandro Magno y Aristóteles, se cuenta la muy dudosa de que el filósofo enseñó al futuro emperador el arte de la guerra a partir de la lectura de los grandes poemas homéricos. Rembrandt representa a Artistóteles de manera deliberadamente anacrónica, vistiéndolo como a un erudito del siglo XVII.
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